La irrupción de las plataformas ciudadanas en defensa
de la democracia y los resultados del referéndum del 21 de febrero de 2016,
marco durante 5 años la actividad política en nuestro país, el gobierno de Evo
Morales no supo, ni pudo enfrentar a estos movimientos, que dominaron el
escenario político mediante una constante movilización política, tanto en las
calles como en las redes sociales. La aparición y autodefinición de Carlos Mesa
como candidato de las plataformas ciudadanas agrupó a muchas de ellas para
entrar en una vorágine electoral que terminó desmovilizándolas. En la
actualidad las plataformas han dejado de ser un referente político, el respeto
a la democracia y la defensa de los resultados del referendo del 21 de febrero
de 2016, si bien es cierto siguen vigentes, no son suficientes para movilizar
ni unificar a la oposición democrática.
El tribunal electoral en cumplimiento de algunas
normas de la ley de partidos políticos a abierto el calendario electoral, para
que los partidos políticos adecuen sus estatutos, dirigencias y militancia, lo
que está provocando una división en todos los partidos, sin embargo, en el
partido de gobierno la pelea por quien controla el aparato partidario que en
última instancia tendrá el control de las candidaturas se ha tornado agresiva y
violenta. Tres cuartos de lo mismo ocurre en los partidos de oposición, que no
salen a la luz pública porque los medios de comunicación o las redes sociales
no ponen el foco en estas organizaciones. Muchos de ellos son partidos que
tienen reconocimiento legal para participar en las elecciones nacionales y
subnacionales, pero no tienen estructuras partidarias, ni militancia política y
sus siglas están al servicio del mejor postor o de algún candidato que ofrece
las mejores garantías de sobrevivencia partidaria a cambio de espacios en las
franjas de seguridad para las candidaturas de los dueños de las siglas, estas
formas de participación política les ha valido el calificativo de partidos
“vientres de alquiler”.
Muchos dirigentes de partidos, agrupaciones y
ciudadanos en general, manifiestan el deseo de una unidad de la oposición que
garantice el triunfo de un frente amplio democrático. Quienes insisten en la
construcción de un frente amplio de unidad, caracterizan el momento político como
dicotómico en el que la contradicción principal sería democracia vs dictadura,
sin ninguna connotación ideológica de clase y por esta razón consideran que el
sujeto político del cambio es el ciudadano en abstracto sin contenido de clase
a la que representa. Con esta caracterización de la contradicción y del sujeto
político del cambio, están convencidos que para derrotar al MAS es
imprescindible la unidad de todos los demócratas sean de izquierda, de centro o
de derecha. Esta identificación de la contradicción principal, no es nueva, sin
embargo, este ideal de unidad nunca se ha dado, todo intento ha sido dañado por
posturas individualistas, por acciones del propio gobierno que ha creado
partidos y liderazgos funcionales a sus intereses, sin embargo, la causa
principal es no haber tenido un proyecto común ideológicamente coherente, que
no solamente derrote electoralmente al MAS sino todo lo que representa.
Al margen de las consideraciones anteriores,
consideramos que en la actualidad la contradicción principal tiene una clara
definición ideológica, es una contradicción entre dictadura indigenista socialista
vs democracia liberal, por tanto, es una contradicción con contenido de clase,
lo que reconfigura el escenario de la disputa electoral. De esta manera, lo que
está en disputa es un proyecto de libertades individuales frente a un proyecto
de libertades colectivas, se trata de una lucha de todos los que quieren un
país de iguales ante la ley frente a los que quieren un país de iguales
mediante la ley.
La contradicción “dictadura indigenista socialismo vs
democracia liberal” tienen como sujeto político del cambio, un sujeto con definición de clase, la lucha es entre la
hegemonía del “bloque social popular” conformada por dirigentes sindicales,
dirigentes indígenas, dirigentes interculturales, dirigentes socialistas y
comunistas, frente a la contrahegemonía del “bloque democrático de la libertad”
conformada por clases medias, pequeños emprendedores, empresarios, campesinos
usufructuarios, artesanos, trabajadores por cuenta propia, etc., que apuestan
por el Estado democrático de derecho y aspiran a la libertad de mercado sin la
interferencia del Estado.
(Este
es el sexto artículo de un pequeño ciclo de análisis de la coyuntura política)
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