Ha transcurrido 8 años desde
el referéndum del 21 de febrero de 2016 (21F) en el que el pueblo boliviano
rechazó la modificación del artículo 168 de la Constitución Política del Estado
(CPE) que permite la reelección del presidente y del vicepresidente por una
sola vez de manera continua, cerrando el paso a una repostulación de Evo
Morales y Álvaro García Linera en las elecciones del 2019.
La campaña
por el rechazo a la modificación del artículo, 168 de CPE estuvo liderado por
unas incipientes plataformas ciudadanas que se agruparon de manera espontánea y
poco organizada, pero cuyo relato político caló en la mayoría del pueblo
boliviano.
Posteriormente
en el 2017, las plataformas poco a poco fueron organizándose de mejor manera,
en principio para consolidar los resultados del referéndum y posteriormente y
con mayor fuerza a partir de la sentencia constitucional 0084/2017 de 28 de
noviembre, en el que el tribunal constitucional declaraba el derecho humano de
Evo Morales y Álvaro García Linera a la reelección indefinida en contra de la
voluntad de millones de bolivianos que habían rechazo la posibilidad de dicha
reelección mediante referéndum.
Es a partir
de esta sentencia que el movimiento ciudadano organizado en las plataformas
ciudadanas se organiza en cada ciudad de manera independiente adquiriendo en
cada ciudad una fuerza política de primer orden, que pone de cabeza al gobierno
que por primera vez se siente impotente
de enfrentar a este movimiento de mil cabezas, que sin liderazgos visibles un
día marcha en el prado de La Paz, media hora después, marcha en la Plaza 10 de
noviembre de Potosí, al día siguiente hace cabildo en Santa Cruz y así
sucesivamente en todas partes del país, entre una medida y otra no hay ninguna
coordinación o pacto, todo surgió y fluyó de acuerdo a la organización de las
plataformas en cada departamento, pero con una única y clara consigna de
defensa de los resultados del referéndum del 21F y la democracia.
La fuerza
moral, simbólica y política de las plataformas del 21F, se manifestó en los
cabildos multitudinarios que convocaron en días previos a las elecciones del
2019, la convocatoria ciudadana era de tal magnitud que muchos consideraron que
las plataformas ciudadanas eran los nuevos sujetos políticos del cambio, capaces
de liderar la revolución ciudadana que derrotaría al MAS en las elecciones del
2019, sin embargo, a pesar de esa fuerza moral, simbólica y política de las
plataformas ciudadanas, al interior de las mismas, anidaba una enorme debilidad
política, las plataformas en su gran mayoría confundían a los políticos, con la
política y despreciaban la actividad política tanto o más que al propio Evo
Morales.
La mayoría de
las plataformas no quisieron generar un liderazgo político unificador que
recupere toda la fuerza moral, política
y simbólica para organizar un partido político que enfrente al masismo y a Evo
Morales, de ahí que cuando Carlos Mesa se auto proclamó como representante de
las plataformas ciudadanas, la división entre quienes aceptaron su liderazgo y
quienes la rechazaron fue de tal calado que apenas unas cuantas plataformas
(las más politizadas) decidieron firmar un acuerdo con Mesa para organizar un
frente electoral para participar en las elecciones del 2019.
Toda la
fuerza y contundencia de las plataformas ciudadanas salió a la luz cuando se
produjo el monumental fraude electoral del Evo Morales, las plataformas, junto
a todo al pueblo boliviano se volcaron a las calles para organizar el bloqueo
de calles, plazas y avenidas en todas las ciudades del país y las pititas se
transformaron en las protagonistas de la caída y huida de Morales y García
linera hacia el exilio y la convocatoria a unas nuevas elecciones que pondría
fin al autoritarismo del MAS, abriendo la posibilidad del retorno a una
democracia plena.
Como
consecuencia de la huida de Evo Morales y la renuncia planificada de todas las
autoridades que se encontraban en la línea de sucesión presidencial, provocaron
un vacío de poder los políticos del
momento decidieron y organizaron la transición del poder en favor de Jeanine
Añes, quien olvidó que el gobierno que presidía era un gobierno de transición
cuyo único fin era convocar y garantizar la realización de nuevas elecciones
limpias y transparentes, sin embargo, en un giro inesperado Añez fue proclamada
como candidata para terciar en las elecciones, lo que distorsionó la naturaleza
de su gobierno, traicionó el mandato popular y asfalto el camino de regreso del
MAS al poder a la cabeza de Luis Arce.
Las
plataformas ciudadanas, cumplieron un rol histórico en la defensa de los
resultados del 21F y en defensa de la democracia, sin embargo, hoy nuevos retos
necesitan del reagrupamiento y reorganización de las plataformas ciudadanas,
están pendientes los juicios penales en contra de quienes burlaron los resultados
del referéndum, es imprescindible la consolidación jurisprudencial de la
opinión consultiva de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que niega que
la reelección indefinida sea un derecho humanos, la auto prórroga de los magistrados, el
manejo irresponsable de la economía y otros temas necesitan una respuesta
organizada desde las plataformas ciudadanas, se necesita su fuerza moral,
política y simbólica, para que como en otros momentos de nuestra historia se
recupere la democracia en nuestro país.
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