Evo, ¿Quién diría que la "reserva moral" terminaría siendo tan inmoral?

 



Evo Morales, el gran paladín de los pueblos indígenas, en su primer discurso como presidente nos conminaba a sentirnos orgullosos de lo que él llamaba la "reserva moral de la humanidad". ¡Qué maravilla! Uno casi podía oler el incienso de esa moralidad ancestral que supuestamente nos iba a salvar del abismo. Pero claro, con el tiempo descubrimos que el discurso de la "reserva moral" había quedado brutalmente aplastado por la mayor corrupción, inmoralidad y depravación de nuestra historia.

Rubén Atahuichi ya había lanzado un dardo certero contra este mito de la "reserva moral indígena", cuando señalaba que dicha reserva “sufre graves fisuras en el mismo seno de las organizaciones indígenas originarias campesinas, a juzgar por el último caso de corrupción en el Fondo Indígena denunciado por la Contraloría General del Estado” un pozo sin fondo de corrupción que dejó a los supuestos guardianes de la moralidad indígena empapados de vergüenza. En el análisis de la "reserva moral" algo que debe quedar claro, es que la ética no es solo cosa de manejar dineros públicos, también se trata de comportarse decentemente en la vida privada.

El escándalo que hoy sacude al país, no es por cualquier cosa, se trata de delitos de estupro y trata y tráfico de personas. Pero sobre llovido mojado: la protección descarada que le brinda el Fiscal General del Estado, es otro escándalo de dimensiones colosales, parece que el fiscal tiene la habilidad de hacer desaparecer procesos con la misma facilidad con la que otros borran un correo electrónico. Y por si fuera poco, la fiscal de Tarija, que se atrevió a desafiar este entramado de impunidad, fue fulminantemente despedida por "negligencias procesales". Porque, claro, en Bolivia, ser diligente con los poderosos parece ser el peor de los pecados

Pero ¡un momento! ¿Este es el primer escándalo de esta naturaleza en el Movimiento al Socialismo (MAS)? ¡Por supuesto que no! ¿Quién puede olvidar al diputado acusado de violar a su propia hija? O las "relaciones íntimas" de un asambleísta del MAS captadas por cámaras de seguridad en un salón oficial mientras estaba, por decirlo suavemente, en un estado de embriaguez tan profundo como su falta de ética. Y si hacemos memoria, la asambleísta Azucena Fuentes denunció que había recibido 23 denuncias de acoso sexual en la Gobernación de Potosí, perpetradas, por supuesto, por funcionarios del MAS. La lista de escándalos sexuales parece más larga que la de las promesas incumplidas.

Pero esto no se queda ahí, porque parece que algunos defensores del “evismo” están empeñados en hacernos creer que todo esto es apenas un desliz privado, como si los delitos de estupro y trata de personas fueran meros malentendidos familiares. ¡Qué clase de imaginación hay que tener para torcer la realidad de esa manera! En términos jurídicos, el estupro en Bolivia es un delito de orden público a instancia de parte. Esto significa que la Fiscalía no puede simplemente mirar hacia otro lado o hacer la vista gorda. Y claro, si el estupro ya es suficientemente grave, en este caso estamos hablando de un agravante: el embarazo de la menor. Y como si eso no bastara, el tema de la trata y tráfico de personas lo coloca directamente en la categoría de delitos de lesa humanidad, crímenes que no conocen fronteras ni jurisdicciones.

Y si creías que ya habíamos llegado al fondo, aquí viene lo más grotesco de todo: el silencio ensordecedor de las organizaciones feministas y activistas por los derechos de las mujeres afines al MAS y a la izquierda progresista. ¿Dónde están esas voces que en otros momentos se alzaban furiosas ante cualquier indicio de abuso? Ahora, en lugar de condenar categóricamente la conducta lasciva de Morales, prefieren inventar teorías sobre el patriarcado o la "instrumentalización del cuerpo de la mujer". ¡Vaya discurso oportuno!

En resumen, el mito de la "reserva moral indígena" ha quedado reducido a cenizas, gracias no solo a la corrupción, sino también a la desvergonzada inmoralidad y depravación que parece permear las filas del MAS, desde los cargos más altos hasta los más bajos. Y mientras tanto, Evo Morales sigue bajo la sombra de la protección fiscal, como si los derechos de las víctimas no fueran más que un obstáculo menor en su camino hacia la inmunidad perpetua. ¿Quién diría que la "reserva moral" terminaría siendo tan inmoral?


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