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viernes, 7 de julio de 2023

El milagro de los votos secretos y el desprestigio parlamentario

 



La aprobación de la Ley del oro, con 73 votos a favor ha desnudado nuevamente la falta de previsión de los parlamentarios de Comunidad Ciudadana (CC), que en la primera votación realizada al pasado viernes, en un ejercicio inédito, votaron en blanco con el fin de distinguirse, según dicen, del voto de los parlamentarios radicales del MAS, lo que dio pie a que el presidente de la Cámara de Diputados declarará ilegalmente aprobada la ley en su etapa en grande, ya que de 119 parlamentarios presentes en la sesión, 54 votaron por su aprobación 24 por el rechazo y 41 votaron en blanco. De este resultado salió la famosa frase “lo que ve se anota, como en el cacho” y que 54 votos afirmativos eran más que 24 en contra, ignorando por completo la Constitución y el reglamento de debates de la Cámara de Diputados, que señala que para aprobar una ley se requiere mayoría absoluta de los parlamentarios presentes en una sesión, es decir 50% más 1, en este caso se requerían 60 votos a favor de los 119 parlamentarios.

CC protesto enérgicamente por semejante atropello, lo que derivo en repetir la votación en grande, pero esta vez el voto dejó de ser nominal y se decidió que el voto sea de forma secreta, lo que derivó en la aprobación de la ley del oro por 73 votos a favor y 45 en contra.

El voto secreto tuvo el efecto milagroso de transformar 54 votos a favor en 73 y los 24 en contra en 45 y los 41 votos en blanco en 0 y de esta manera se aprobó por mayoría absoluta la ley del oro.

Pero detrás del milagro del voto secreto hay mucho más que simples números, al parecer de los 24 votos en contra que eran de los parlamentarios radicales del MAS, solamente quedaron 5 fieles y leales a las instrucciones de los jefes de esa tendencia, sin embargo, es muy difícil saber a ciencia cierta si los 19 votos que milagrosamente se transformaron, todos pertenecen a los radicales o quizás en medio existe uno que otro de CREEMOS o incluso de CC, aunque esto último es altamente improbable.

Esta votación esta revelando que el ala radical del MAS, esta profundamente debilitada y que las lealtades otrora fundamentalistas y casi ciegas, ya no lo son y al parecer lo único que los une es el miedo a las posibles represalias de quienes dirigen este sector del MAS.

En el otro lado, el sector oficialista del MAS se encuentra fortalecido, pero con la duda si dicho fortalecimiento es fruto de una genuina adhesión a sus postulados o responde más a una cuestión de la falta de principios de los que se cambiaron su posición en cuestión de horas.

Algunos parlamentarios estan denunciando que fueron maletines negros los que obraron el milagro de la transformación del voto en contra en favorable, denuncia que lo único que logra es mayor desprestigio y debilitamiento de la Asamblea Legislativa y de la democracia representativa, porque hasta el momento no han expuesto la más mínima prueba y no tienen el menor empacho en repetirla una y otra vez.

Es importante recordar que cuando el MAS era parte de la oposición y durante todo el tiempo que está en el ejercicio del gobierno, no se ha cansado de desprestigiar a las instituciones democráticas representativas y ha hecho todos los esfuerzos en que esa imagen negativa este presente todo el tiempo en la mente e imaginación de los ciudadanos. Esto se debe a que la ideología del MAS no es democrática, sino todo lo contrario, es una ideología autoritaria y dictatorial que sueña en el colectivismo indigenista para eternizarse en el poder, para el MAS la democracia representativa solamente es un instrumento de acceso al poder, pero no un instrumento de respeto a la constitución, a las leyes, ni a los derechos fundamentales de los ciudadanos.

El MAS rechaza la democracia representativa a la que la califica de neoliberal y promueve la democracia participativa y directa como la verdadera democracia, sin embargo, en la primera oportunidad que se hace un ejercicio de democracia participativa y directa, como fue el referendo del 21 de febrero del 2016, cuyo resultado fue desfavorable a sus intereses, no la acata y utiliza al poder judicial para anular la voluntad popular e imponer sus ambiciones.

Los demócratas no debemos caer en la trampa del desprestigio de la democracia representativa y deberíamos defender el trabajo parlamentario como depositario de la soberanía de la nación boliviana, eje central de la soberanía popular, con los límites y facultades que emanan del soberano y no de la voluntad de lideres mesiánicos.

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